28.3.06

Pánico escénico

Enero 20, 2004.

La izquierda en el poder no ha podido dar una muestra válida de su opción cultural, y esto es muy grave. Grave porque es precisamente la opción cultural la que sitúa a partidos o gobiernos en el abanico político que va de la reacción al progresismo. El PRD, partido en el poder y producto de una extraña amalgama de izquierdas y ex priísmo, ha venido reaccionando en lugar de haber hecho progresar al sector de la sociedad que gobierna.
Para referirme al Distrito Federal, y a la acepción amplia de cultura política, si bien el gobierno de Rosario Robles logró sacar una ley progresista acerca de la ampliación de causales para el aborto, ahora el gobierno de López Obrador reacciona al impedir, al mejor estilo priísta, la Ley de Sociedades de Convivencia. Con ello pretende congraciarse con lo más reaccionario del clero mexicano. Y, para retroceder aún más, sale en defensa del cardenal de Guadalajara.
Entendida la cultura en su acepción más restringida de arte y pensamiento, los tres gobiernos que ha tenido el Distrito Federal han venido de mal a peor. Si el Instituto de Cultura del Distrito Federal fue ahogado por el bajo presupuesto y la mucha burocracia en los gobiernos de Cárdenas y Robles, hoy el gobierno de López Obrador, en el franco populismo y la demagogia sustituye no sólo cualquier debate hacia una alternativa cultural para convertir el Instituto en una Secretaría, a la que deja paralizada por la falta casi total de presupuesto.
Su explicación para hacerlo resulta insostenible: hay otras prioridades en una ciudad compleja. Es la ciudad de la compleja esperanza en la que se prioriza la cultura del automóvil para sacrificar definitivamente la cultura del transporte masivo por la que peleamos en las izquierdas desde Uruchurtu y los ejes viales de Hank González.
Se quita el presupuesto a la cultura con la misma explicación de la Secretaría de Hacienda del gobierno panista para vender el CCC y cometer otras barbaridades por el estilo. Contra eso se alzaron unánimemente las voces: ¡la cultura también es prioridad..! Inclusive se recordó aquella idea de Winston Churchill cuando, en plena guerra, se negó a recortar el presupuesto a la cultura para comprar tanques porque sin cultura nada tenían para defender los tanques.
Curiosamente, contra las mismas barbaridades en el gobierno de López Obrador no se alzan unánimemente las voces.
No busco al señalarlo que se inicie también el linchamiento del Jefe de Gobierno porque considero que los linchamientos son parte de esa cultura política priísta que se resiste a desaparecer. Linchar al gobierno foxista es hoy un deporte facilón, sin riesgo, que sólo allega votos al PRI que lo promueve. He llegado a leer en artículos de indudables luchadores sociales que era preferible Díaz Ordaz a Vicente Fox, como si éste se hubiera manchado las manos de sangre por no saber quién era Borges. Lo mismo ocurre al hablar contra las actuales autoridades culturales aunque se olvide que no han metido a la cárcel al equivalente de Carlos Velo, entre muchos otros posibles ejemplos de la tristemente recordada Macartita, entre multitud de otras lindezas de los gobiernos priístas que hoy parecen olvidarse para pintar un panorama bucólico que dé lugar a la nostalgia nacional.
La crítica tanto a la política cultural del panismo como a su cultura política debe hacerse no desde la reacción priísta, sino desde la propuesta progresista de las auténticas izquierdas que, la verdad, nadie sabe bien a bien dónde se encuentran. Hay excepciones, claro. Ahí está María Rojo en la Asamblea de Representantes y precisamente en la Comisión de Cultura. Ahí está Marcela Lagarde en la Cámara de Diputados. Sin embargo, el tono principal es de una grilla priísta que busca convencernos de que con ellos estábamos mejor.
El lugar de las izquierdas y del PRD en cuanto tiene de izquierda debe ser de crítico del panismo pero no de aliado del priísmo, sobre todo cuando el actual priísmo se llama Bartlett o Madrazo o Emilio Chuayfett (aquel de Acteal).
Con una ley electoral que impide las candidaturas ciudadanas sin partido y deja a Dante Delgado o al Niño Verde como grandes electores, indiscutiblemente veo la candidatura del Jefe de Gobierno como mi propia opción. Siempre y cuando sea una opción contra el retorno del PRI. Quiero creer que puede apostarse por López Obrador, pero señalando al tiempo su peligrosa tendencia hacia los terrenos de la reacción. Debe ser constante la crítica durante estos años para que abandone su indudable capacidad demagógica y asuma francamente posiciones de izquierda.
Es necesario que desde ahora, en la elaboración de un programa partidario o de un proyecto independiente de país, sea de López Obrador o de quien encabece en su momento la voluntad progresista de los ciudadanos, la cultura política se aparte por completo de cuanto fue el priísmo y la política cultural ofrezca la alternativa por todos tan deseada.