29.3.06

Por una izquierda con programa

Julio 9, 2004.

No perdamos la memoria y, sobre todo, no perdamos el tiempo. La alternativa cultural de la izquierda (que debe presentarse unida a una alternativa política y económica) no la va a obsequiar ningún líder carismático. Dejemos el carisma a los publicistas y pongámonos a debatir seriamente. Sería una lástima que los tiempos tan cortos hacia el cambio de sexenio fueran perdidos por la inteligencia de izquierda en una “madre de todas las batallas” a favor de nada.
Desde luego, estoy en contra de que a López Obrador se le juegue sucio para quitarle derechos ciudadanos. Es una injusticia y es una estupidez. También es estúpido e injusto que desde Los Pinos se promueva la campaña de Marta Sahagún hacia la presidencia. No es democracia lo uno ni lo otro. Ambos deben tener plenos derechos, pero, a un tiempo, deben estar en igualdad de oportunidades, no arrinconados ni apoyados respectivamente por un poder que sólo corresponde al pueblo y que sólo debe hablar en las urnas.
Arrinconar y despojar al adversario y apoyar con la fuerza del Estado al elegido (o elegida) son maniobras que deben desaparecer de nuestra historia. Pero la denuncia no debe convertirse en otra maniobra, también de corte priista, para inventar mártires o fortalecer intrigas.
Cualquier análisis debe rebasar lo trivial porque, en el fondo de todo, lo que se juega es el retorno victorioso del PRI. Muy silencioso, agazapado y bien disfrazado se encuentra el PRI mientras sus formas se comprueban como las únicas posibles y entiende, como Santa Anna, que sólo es cuestión de esperar el llamado del pueblo.
Lo que hagan la derecha, la señora Sahagún y sus amigos debe ser bien analizado, pero en este espacio sea desea participar en un proyecto de izquierda (sea lo que sea ese proyecto) que modifique la política cultural lamentable que instauró el priismo y que han seguido tanto el PAN como López Obrador.
Me parece importante partir de que ni AMLO ni su política han sido de izquierda. Ambos vienen del PRI y se les nota. Por ello su actitud ante la transparencia ha sido de lo más abiertamente antidemocrática, lo mismo que su relación con sus operadores políticos, como René Bejarano, y aun con la prensa. Parecen haber sido sus modelos Carlos Madrazo, el mejor, y la “simpatía” de López Mateos.
Tampoco ha privilegiado a los pobres. Los segundos pisos son una obra para ricos y las limosnas a los viejitos no rebasan el asistencialismo de las señoras pías, así como su discurso en defensa de los “valores perdidos” de la “familia como base de la sociedad” lo comparte con Norberto Rivera o de él lo ha aprendido.
No le molesta tanto la ultraderecha y sí, en cambio, suele pactar con ella, como en el caso de la Ley de Sociedades de Convivencia. Y así se denunció en la Marcha del Orgullo Gay (cuya asistencia fue minimizada por el gobierno del DF), que ni de lejos puede pensarse como parte de un complot del Yunque.
¡Y no inflemos al Yunque! Si en su juventud sólo dieron para crímenes de agazapados y su momento estelar fue arrojarle tinta roja a don Sergio Méndez Arceo, hoy, ya jirones de viejitos deleznables, no son capaces de mover a medio millón de personas. El patrono histórico de la ultraderecha ha sido la Iglesia conservadora y con ella ha pactado López Obrador.
¿Y qué decir de otros ámbitos del arte y la cultura..?
Hace un rato que obedecí los consejos de López Obrador, me tomé una tila y lo di por muerto. Fue precisamente cuando envió a Bejarano a la Asamblea como engañabobos, y cuando comprendí que, con todo y las correspondientes defenestraciones, los gobiernos de Cárdenas y de Rosario Robles fueron mucho más avanzados que el suyo (lo cual tampoco es decir demasiado).
La relación del intelectual y del artista con el Ogro Filantrópico, cimiento de la política cultural priista, caciquil por principio, no se ha superado. Se promueven grupos de poder, capillas, comunidades y demás figuras trasladadas de un estilo centralista capaz de cambiar de partido pero no de abandonar el presupuesto.
Mucho hay que hacer de cara a un programa mínimo de izquierda. Y cualquiera que sea debe pasar por la equidad de presupuestos y oportunidades entre el centro y la provincia. No perdamos dos años en demostrar la pureza López Obrador. El proyecto de izquierda y una alternativa cultural de cualquier índole están por construirse al margen de los panegíricos a su persona.
Seguramente llegará a comprobarse que la embajadora de España, el movimiento gay, Arafat y Sharon, el Yunque y George Bush encabezan un complot contra él, contra Castro y contra el ex golpista Hugo Chávez. Todo puede ocurrir en las conferencias de prensa tempraneras. Pero, a este propósito, recordemos que Lenin escribió un libro hasta hace unos años célebre: El izquierdismo como enfermedad infantil del comunismo. Hoy podría parafrasearse: La teoría del complot como ridiculez terminal del populismo.