5.4.06

Mestiza power

Julio 15, 2005.

No es nada nuevo hablar de que ser mujer e indígena es ser marginal entre los más marginados. Sin embargo, por mucho que se hable del tópico, muy poco se escuchan las voces auténticas de las mujeres indígenas. Hablamos de los otros pero no queremos escucharlos. Son tiempos de una guerra paradójica: mientras más tiempo ocupa en los medios la defensa de los derechos humanos, se pisotean con mayor violencia en el mundo de carne y hueso.
Así, cada vez se vuelve más urgente escuchar las voces auténticas de los marginados, sin retóricas bien o mal intencionadas, sin cinismos policiacos, sin amarillismo de quien comercia con el dolor. Mestiza power, un espectáculo teatral de Conchi León que se está presentando en Mérida, nos permite escuchar esas voces y nos toca en lo más profundo de nosotros mismos: ese algo de carne que aún subsiste en las vísceras de piedra que nos vienen conformando a fuerza del discurso humanitario.
En Yucatán resulta tan vergonzoso el solo sustantivo “indio” con el cual insultamos en el resto del país, que se utiliza “mestizo” para el mundo indígena. Hablar de las mestizas es equivalente a hablar de las marías en la Ciudad de México, o de las indias, o de las inditas cuando hacemos paternales los insultos. Así que Mestiza power correspondería a “indita power” en otros rumbos. Y la contradicción de los términos es parte esencial de su mensaje.
A partir de una serie de entrevistas con vendedoras ambulantes de Mérida y en torno a una de ellas (“vestida de hipil con chancletas y lentes Ray Ban que vende fruta”) Conchi León estructuró su espectáculo. Así responde a la pregunta de ¿por qué el español y el inglés en el título de Mestiza power?: “Porque esa mujer de los Ray Ban tiene esa mezcla: hipil bordado a mano y Ray Ban.., se sienta en un huacal, ¿la han visto?, ¿no?, hoy la verán y escucharán su voz, que coincide con la voz de otras mestizas y la voz de nuestro pueblo”.
Los “indios”, como los “jotos”, las mujeres “babosas que están buenísimas” y la propia esposa que “además de babosa es espantosa”, han sido víctimas seculares de la burla en los chistes caseros y en los teatros de revistas. Así, la primera reacción ante la mestiza de los Ray Ban es la carcajada. Después viene una voz que provoca más risas: “¿Y qué, son nuevos tus lentes? ¿Nueva moda entre las mestizas?” Y responde Soco, la mestiza: “¡Nooo..! Ayer me operaron mi ojo, no debo salir, pero si no vendo no como. Sabes qué pasa, me dio un sillazo mi marido en mi cara. Cuando sentí el golpe, ¡bom!, caí al piso y dije yastá , allá quedé. Pero nada, no morí, nada más me salió la catarata. Me operó el doctor y, mientras, traigo mi lente. Ni modo. Que más.”
Y ahí comienza, también espléndidamente actuado por Conchi León, el monólogo de Soco. A través de Conchi, Soco se explica. A mí me corresponde tan sólo abrir los dos puntos para trasladar a mis lectores la última parte de su testimonio:
“Yo tengo 54 años ya no voy a buscar hombre, ya toy vieja, toy cansada. Yo, pa que me moleste un hombre, ¡noo! Mejor voy a vender. Si busqué lo comí, si no lo busqué no comí. Bueno su marido de mi hermana sí me dijo, vente conmigo, yo te saco a vivir. Pero le dije ¡no! por mi hijo, mi x’tupito (modo de llamar al hijo mas pequeño de la familia) . Es que tengo que ver que lo curen por que toma bastante.¡Está enfermo de su alcoholición! Si encuentro quién lo cure a él…ya curado entonces, que se case, yo le doy un terrenito y así ya puedo hacer lo que yo quiera por que él ya no va a estar en mi poder. Por que mientras mi hijo este en mi poder es mi deber de madre darle lo que quiera. Porque el chiquito no te pidió venir al mundo. Tú abriste las piernas y aquí está. A él lo tengo bien, que quiere esto que quiere lo otro... se lo doy. Si yo vengo a vender en Mérida para comprarle a mi hijo lo que él quiera, hasta me lo quito de la boca pa dárselo. A veces ni eso hay. ¿Y cómo? ¿Dónde lo voy a agarrar? ¿Lo voy a robar? Ta jodido, ahorita todo ta jodido...”
Las otras dos mestizas, una sirvienta y una curandera, son magníficamente interpretadas por Asunción Haas y Laura Zubieta, respectivamente. Con escenografía de Manuel Araiza y musicalización de ese maestro del teatro yucateco que es Wilberth Herrera, se presenta este Mestiza power en el espacio de Escena 40 Grados (www.escena40grados.net) que, manejado por Raquel Araujo y Oscar Urrutia, busca ampliar el número de espectadores de teatro en Mérida.Los espectáculos de la Ciudad de México son ampliamente conocidos en toda la República, gracias a la cobertura de los medios nacionales centralizados. Ojalá que en todo el país se conociera también un espectáculo como este del que dice Conchi León: “En 1973 conocí a una Mestiza Mayera de Dzitás, mi abuela, madre de otra mestiza a quien llamó Cenobia, mi madre. A mis hermanas, para ellas y para las hermosas mujeres mestizas dedico este espectáculo”.

1 Comments:

At 03 septiembre, 2009 22:45, Blogger Lucrecia said...

Quede encantada con la obra la vi hace unos años, la sabiduría del pueblo nativo es muy cierta y también muy graciosa generalmente. Yo creo que indio no es un insulto y al que lo crea hay que reinvidicarlo, mi bisabuelo decía: "En ser indio mi vanidad se funda por que los indios con sus pobrezas mantuvieron a Isabel Segunda", así que hay que sentirnos orgullosos de lo que nos toca, o si enteritos somos indios. La gente que utiliza el termino peyorativamente se denigra a si misma. Y gracias por hacerme revivir esos cachitos de la obra. Yo soy de Tampico y solo vinieron 2 días a función me encantaría ir a Mérida a verla de nuevo.

 

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