30.3.06

El reto de crear públicos

Febrero 18, 2005.

El jueves 10 de febrero se graduó, en la Universidad Modelo, la primera generación de la carrera de Letras Hispánicas que ha habido en la historia de Yucatán.
Pensé mucho en si debía comentar tal noticia en mi columna hasta que decidí que al centralismo se le combate andando, como Heráclito demostraba el movimiento, y que mis solas dudas sobre si comentar o no algo tan “local” en un espacio “nacional” ya eran una muestra palpable de cuán colonizados estamos por la cortina de hierro que mantiene dentro de sí la noción de cultura en nuestro país.
Que un estado como Yucatán, el cual ha dado al país, poetas, dramaturgos, novelistas y estudiosos de la literatura de primer nivel no haya tenido nunca una carrera de letras significa que, para profundizar en estos estudios, se necesitaba emigrar a la capital de la República o a Xalapa, la ciudad-universidad más cercana a la región. En cualquier caso, con pocas posibilidades de retorno.
De tal manera, la que fuera hermosa Ciudad de los Palacios no sólo se ha convertido en el centro que dicta la cultura, sino que ha crecido hasta la pesadilla, obligada, tras dar formación, a crear fuentes de trabajo para generaciones enteras de peregrinos de otras tierras. La Ciudad-Centro es tan victimaria como víctima, en círculos viciosos que van de mayor a menor y no se rompen con discursos ni con airadas exigencias de equidad.
Justamente por eso, el sólo hecho de que ya exista la carrera de letras en Mérida me parece no sólo una forma más de luchar contra el centralismo, sino la mejor para todos. Se detiene la macrocefalia galopante y se fortalece la región con focos culturales propios que irradian, además de profesionales, consumidores de cultura. Así, se mantiene la riqueza creativa, se abren espacios para futuras generaciones y se crean críticos serios, conocedores de la voz y las necesidades propias.
Vale la pena subrayar, además, que la Universidad Modelo es un institución privada, laica (subrayo, laica), con décadas de existencia que demuestra, al acoger las letras en su oferta educativa, que desea responder a una demanda de la sociedad civil.
Pero no sólo la Universidad Modelo tiene ya la carrera de letras. También la Universidad Autónoma de Yucatán está a punto de graduar a sus propios estudiantes. Mérida crece, pues, como un centro de irradiación en el Sureste, como lo están siendo Tijuana, Monterrey y Guadalajara. Y lo son por derecho propio, no por concesión de nadie.
Crece la oferta pero al propio tiempo tiene que fortalecerse la demanda. Y este punto exige un especial esfuerzo inclusive mercadotécnico (uso una palabra que me provoca urticaria) de las instituciones tanto públicas como privadas para la creación de consumidores de cultura.
Es el caso de la Escuela Superior de Artes que ha empezado a funcionar gracias al decidido impulso de Domingo Rodríguez Semerena, director del Instituto de Cultura de Yucatán, y que cuenta con Raquel Araujo, al frente de Teatro y Danza, y con Javier Alvarez, al frente de Música, entre otros.
La pregunta es si un esfuerzo generoso está lanzando profesionales al desempleo. La respuesta es que sí, a no ser que vaya aparejado con otro esfuerzo mayor de creación de públicos.
El mundo entero ha perdido públicos. Las razones son muchas pero una es la principal: la televisión. A la par, la incapacidad de los creadores para hacer de ella un arte, como se hizo con el cine, en lugar de abandonarla a mercachifles que tratan al espectador como ellos quisieran ser tratados: menores de edad y analfabetos.
Será lento y difícil un lenguaje televisivo con formas propias, en lugar de que los actores se autoplagien y se extingan, mientras los dramaturgos y directores aprenden pavlovianamente las “fórmulas probadas”. Mientras tanto, es necesario crear públicos con campañas de promoción eficaces.
Así, el Estado no sólo debe anunciar sus producciones sino apoyar las independientes. Yo diría que sobre todo apoyar las independientes porque significan la aparición de voces que, sin ir “a la caza de la beca”, desean simplemente ser escuchadas.
La modernidad también ha dado herramientas a los creadores. Así puede verse cómo crece en internet el movimiento de apoyo y promoción entre individuos y grupos independientes. Por ejemplo, está Sebastián López con su sitio RED@ctuar y su trabajo con niños de la calle. Espléndido actor y hombre de izquierda ajeno a las justificaciones para vivir del poder mientras se gesticula en su contra, Sebastián levanta un proyecto de trabajo con el Centro de Promoción para la Infancia en Situación de Calle Matlapa, que busca abrir fuentes de trabajo a profesionales recién egresados, ponerlos en contacto con la realidad nacional y crear nuevos públicos. Si Big Brother en el futuro nos resulta aterrador, se trata, como dijo el gran poeta Rubén Reyes, director de Humanidades de la Modelo, “de tomar en serio la conquista de la palabra”.