5.4.06

Un voto para Fo

Marzo 31, 2006.

Cuando se lanzó nuestro juglar Darío Fo, a sus ochenta años, para Alcalde de Milán, otro grande, José Saramago, le escribió entusiasta: "Querido Darío, si hubieras nacido en mi país, votaría por ti para presidente de la República”. A mí me pasa lo mismo: conforme se acerca el Gran Día más añoro el nombre de un juglar como él en nuestras boletas.
No votaría por él para que ganara porque no creo que un artista sirva como gobernante. Sí, en cambio, es imprescindible como conciencia crítica. La visión radical de un juglar como Fo debería estar en la mesa del debate nacional. Y esto significa que creo en los debates aunque perjudiquen a quienes han intentado no responder a nada nunca, para no comprometerse.
Por eso cada vez me convenzo más de poner el nombre de Darío Fo en la boleta para, con ello, anular mi voto y expresar a toda la clase política mexicana el asco y la indiferencia. Aquí en Yucatán “fo” significa asco, y también el asco debe expresarse. La indiferencia porque los políticos no son diferentes entre sí: son y han sido intercambiables.
Hace unas semanas el candidato del PRD decía que el priísmo es una enfermedad y que esa enfermedad se cura con el tiempo. Estoy de acuerdo en lo primero, es una enfermedad, pero no se cura con el tiempo. Como me comentó un brillante analista: el priísmo es una enfermedad que ya hizo metástasis. Nuestra clase política esta incurablemente enferma de priísmo y es hora de la eutanasia. Hay que impedir que el país se nos muera con ella, por eso creo en el voto (¡un voto anulado es un voto!) y en las urnas. Por lo mismo, rechazo las proclamas suicidas o las nostalgias totalitarias.
Ningún “voto útil” beneficia al país, porque no hay diferencia entre sus “benefactores”. Un voto anulado no lastima al país, porque precisamente el país es el gran marginado de la rebatinga electorera. Ya es hora de dar su justo valor a la abstención y al voto anulado. Es tiempo de que tanto el ganador como la clase política toda carguen con el peso de una voluntad mayoritaria de eutanasia que así habrá de expresarse.
Poner el nombre de Fo para anular el voto sería una manera simbólica de pedir lo que ya es urgente: una reforma electoral que ponga, de una u otra manera, freno al despilfarro que sólo enriquece a las televisoras y que resulta tan cruel en un país pobre; que garantice la auténtica representatividad y no el brincoteo de una a otra sigla de grillos y vivales; que exija las propuestas, en vez de hacer una virtud política del escamoteo en las respuestas.
Darío Fo basó su campaña en estas palabras: “No soy un moderado”. No. Fo es un radical y un radical es lo que aquí se necesita para denunciar y desarmar el entramado de complicidades caciquiles que hoy por hoy es la política en México, y en pos de las cuales va por igual un candidato tras del otro. Es preciso enfrentar con audacia e inteligencia a los poderes fácticos que fueron creando y sosteniendo complicidades, desde que el general Calles decidió equilibrar a los caciques en lo que luego sería el PRI y cuyas formas de sobrevivencia laten incluso en los discursos más aparentemente ultras.
Es preciso el entierro definitivo de un inacabable estar en “campaña”. Este país necesita escuchar y expresar razones, no consignas fabricadas por asesores de “imagen”. Y también necesita la carcajada de los juglares, como Fo, que han estado siempre distantes del poder, a diferencia de los bufones que hacían reír al príncipe y confundían al pueblo.
En el tratado de teatro medieval que constituye su Misterio bufo, Darío Fo define al juglar de aquellos tiempos: “El juglar que se presentaba en la plaza descubría al pueblo su condición de ‘cornudo y encima apaleado’. Era alguien que, en la Edad Media, pertenecía al pueblo, nacía del pueblo y del pueblo tomaba la rabia, para devolvérsela de nuevo al pueblo filtrada a través de lo grotesco, de la ‘razón’, para que el pueblo tomara conciencia”.
Cuántas bufonadas y cuán pocas juglarías entre tantos millones de pesos tirados en las campañas frente a un pueblo hambriento, “cornudo y encima apaleado”.

1 Comments:

At 15 junio, 2007 13:05, Blogger Societat Civil said...

Hola José Ramón!
He llegado a tu blog buscando información de la campaña de Dario Fo.
Vivo en Lleida (España) y hemos creado un partido neopolítico. Decimos cosas tan poco moderadas como Fo.
www.societatcivil.blogspot.com
Qué bueno que los intelectuales siguan inquietando nuestras dormidas mentes!
Hemos "agarrado" un nuevo concepto del subconsciente colectivo, que llamamos neopolitica. Queremos desarrollarla y extenderla todo lo posible. Nos presentamos a unas elecciones municipales en mayo y los resultados han sido positivos.
www.neopolitica.blogspot.com (en castellano)
Un gran saludo desde aquí, tan lejos y tan cerca. Hasta pronto amigo.
Javier.

 

Publicar un comentario

<< Home